Vivimos en una sociedad donde desde pequeños nos convencen de que el éxito o el fracaso dependen exclusivamente de nosotros mismos. “No te preocupes por los demás” es la idea fuerza a la que cada uno de nosotros debemos entregarnos si queremos llegar a “algo” en la vida. Vivimos siempre en entornos competitivos que nos invitan a plegarnos hacia un individualismo mal comprendido. Yo estoy en los 40, que no son muchos años, pero si suficientes para comprobar como en la última década este fenómeno se va acelerando, dando forma a lo que podríamos llamar un individualismo de masas, en el que somos cada vez más incapaces de reconocer algo nuestro en el otro, aunque estamos cada vez más “conectados”.
Todo esto es importante y todos tenemos que pensar en ello, pero desde mi punto de vista si te gusta la acupuntura debes parar y emplear un tiempo en pensar sobre esto con detalle. Cuando la idea de empezar a trabajar de esta forma empezó a rondar mi cabeza una de las cosas que más me llamo la atención es que la propia palabra “comunidad”, casi había desaparecido de nuestros diccionarios. Hay muchos motivos para este vacío, pero el que más me interesaba era el que reflejaba nuestra incapacidad para ver todo lo que nos une a los unos con los otros. De repente me di cuenta de que estaba observando la realidad con los ojos de un acupuntor y esto me dio el impulso definitivo.
En la acupuntura comunitaria lo más importante es el otro, esta regla no escrita lo teje todo desde el principio, desde que hacemos nuestra reserva por la página o concertamos la próxima cita al acabar la sesión. Está presente cuando picamos a la puerta, cuando hablamos bajo, cuando respetamos la intimidad del otro o aceptamos compartir el espacio. Este es el motor que mueve la escala de precios. Esta forma de trabajo es imposible sin confianza en el otro, sin libertad, sin responsabilidad.
Cuando empecé a trabajar con la escala de precios todo el mundo me decía que estaba loco, yo mismo pensaba que estaba loco y que nadie me entendería. ¿Por qué poner al otro en esa situación? Un par de meses más tarde comprendí, al verla desplegarse y funcionar que era una parte muy importante de mi trabajo. Lo más importante de la escala es que te pone en una situación en la que tienes que pensar en ti y en el otro al mismo tiempo. Yo tuve que hacer ese trabajo al definirla con un mínimo de 15 y máximo un máximo de 30, el precio especial para precarios de 12, los bonos etc. El siguiente paso es compartir este proceso. Cada persona que viene tiene que pararse y pensar en mí y en el resto de personas que utilizan este espacio a la vez que uno busca el precio que le puede permitir venir con la regularidad necesaria.
Muchas veces subestimamos el valor y la potencia de lo que hacemos juntos. Somos como aquellos expertos en nutrición que sorprendidos por la longevidad de una comunidad italiana, se propusieron investigar sus hábitos alimenticios, sospechaban que el impacto de la dieta mediterránea seria un factor determinante. Después de unas semanas de estudio se sorprendieron a comprobar que la dieta de este grupo esta repleta de hábitos poco saludables. Fumaban,bebían sin ninguna moderación, su dieta dejaba mucho que desear, pero había un factor en al que nunca habian prestado atención, siempre lo hacían juntos, para ellos comer era un acto unido a la palabra compartir.
Esa es la potencia que buscamos en la acupuntura comunitaria.